jueves, 14 de junio de 2012

Boca Juniors en la actualidad

Boca Juniors en la actualidad está siendo algo parecido a lo que fue en ''la era Bianchi'' estando puntero en el campeonato argentino, semifinalista en la copa argentina con muchisimas posibilidades de pasar la eliminatoria y semifinalista en la Copa Libertadores, la máxima competición americana, también con muy buenas sensaciones de cara a la eliminatoria.

Este es un equipo con el que se viven muchisimas emociones, te hace vivir el fútbol segundo a segundo, y no te deja levantarte del sillón porque es lo que tiene el futbol argentino, que es el mejor, y si encima te lo transmiten de esta manera... No se puede pedir mas para un partido.


River Plate, el maximo rival de Boca, descendió hace menos de un año debido a la promoción, un método de descenso diferente al que ustedes conocen por el cual se impuso en los años que River peor estaba y para evitar que descendiera se colocó esto para poder salvarse. Debido a la dicha promoción el año pasado River descendió ante un equipo Cordobés (C.A.Belgrano) el cual le gano en Córdoba por 2-0 y empató en el monumental 1-1.
Descendido ya la AFA (Asociación de Fútbol Argentino) quiso realizar una liga de 48 equipos, es decir, unir      a la segunda división y a la primera división en una sola, las dos en primera, para que River no descendiera. Finalmente no se realizó.
En fin que en mi opinión personal River mete mucha mano a la AFA, pero Dios pone a cada uno en su sitio.

fuente: Información propia / www.youtube.com

miércoles, 13 de junio de 2012

la mejor época: la era Bianchi


La historia del fútbol tiene varias puertas de acceso. Se puede entrar a ella desde la estética, la contundencia, la fantasía, la garra... Pero hay otra puerta, menos transitada, que permite un ingreso igualmente válido: la efectividad. Por allí se metió el Boca Juniors que Carlos Bianchi condujo entre agosto de 1998 y diciembre de 2001, con un exitoso bonus track entre enero de 2003 y julio de 2004.
Sin fútbol exquisito, con los goles justos en los momentos precisos, con una convicción a prueba de cualquier adversario y con una cuota importante de suerte a favor, ese fue el sello del período más exitoso de la historia xeneize.
Después de una serie de fracasos con nombres de primerísimo nivel como Maradona, Verón o Caniggia, y entrenadores afamados como Carlos Bilardo o el Bambino Veira, el club buscaba un rumbo definitivo para torcer varios años para el olvido. Durante el Mundial de Francia ’98 los directivos de Boca Juniors fueron a París, donde Bianchi estaba como comentarista, donde tenía su residencia, producto de años de goleador en el fútbol francés. Boca necesitaba un triunfador, y todavía estaba fresco el recuerdo de su paso por Vélez Sarsfield: allí, con lo que tenía, sin compras estelares, se convirtió en el mejor equipo de Argentina, después conquistó América y en Japón se erigió como monarca intercontinental. Eso quería Mauricio Macri, presidente del club, que en su campaña electoral había prometido un “Boca hegemónico” que ganara todo. Bianchi era la persona indicada, aunque no había sido jugador de Boca. Ese dato sería difícil de contrarrestar si la mano se presentaba torcida, pero nunca ocurrió. Tomó el equipo y empezó a insuflar espíritu, una de sus especialidades, además de ser un profundo conocedor del fútbol. Si en Vélez convirtió a Asad y Flores en una dupla letal, en Boca lo hizo con Martín Palermo y Guillermo Barros Schelotto. Aparecieron tres colombianos no muy conocidos para el público argentino, pero que pronto se convirtieron en la columna defensiva azul y oro: el portero Oscar Córdoba, el defensor central Jorge Bermúdez y en centromedio Mauricio Serna. Tenía dos laterales incansables y con categoría: Hugo Ibarra y Rodolfo Arruabarrena, un central de altísimo nivel como Walter Samuel y tres volantes tan diferentes como útiles. Diego Cagna marcaba los tiempos, perseguía al que había que perseguir; José Horacio Basualdo cortaba y relanzaba, cortaba y relanzaba, como interpretando sin vueltas un guión pautado por Bianchi. Y tenía un 10 de lujo superlativo: Juan Román Riquelme, tan lento con las piernas como veloz con la mente.
Cada uno dio lo mejor de sí, Boca pronto se mostró como un equipo compacto, invencible, con el sello inconfundible de Carlitos Bianchi. Fecha tras fecha ganaba en solidez y así se le terminó el Apertura 98: 13 ganados, 6 empatados... ¡Campeón invicto! Lo que no habían podido conseguir ni Menotti ni Bilardo (los DT campeones del Mundo con la Selección Argentina en 1978 y 1986, respectivamente), Bianchi lo alcanzó en apenas cuatro meses. Empezó allí una historia de amor con la hinchada de Boca que nunca conoció fisuras.
Tras el receso veraniego de enero y febrero, volvió la actividad y siguieron encadenándose los triunfos. A medida que pasaban las semanas asomaba en el horizonte el récord de 39 partidos invicto que Racing supo hilvanar a fines de los años ’60. Sin proponérselo –y sin decirlo– esa cifra estaba en la mente de todos, hasta que la alcanzaron, hasta que la pasaron. Fueron 40 partidos, en una seguidilla increíble que se detuvo justo la tarde en que festejaba ser campeón del Clausura 99, con un 0-4 ante Independiente. La mente estaba en las celebraciones...

Esas campañas le dieron el derecho a participar en la Copa Libertadores 2000, a 22 años de la última conquista en el máximo torneo sudamericano. Fiel al estilo Bianchi, que ya era el estilo Boca, fue jugando de menor a mayor, en la primera fase dejó atrás a Peñarol y tomó envión: El Nacional (Ecuador); River Plate, en un superclásico caliente como pocos; América de México con hazaña en el Azteca, y una final inolvidable en Sao Paulo aguantando el 0-0 ante el Palmeiras y ganando por penales. Siguió ese festivo año 2000 con la cabeza dividida: por un lado estaba el Clausura y por el otro la Copa Intercontinental. El 28 de noviembre venció al Real Madrid 2-1 con dos tantos fantásticos de Palermo y volvió para ganar el Clausura, con lo justo, en la última fecha. En menos de dos años y medio Carlos Bianchi había cosechado 5 títulos y amenazaba con seguir ese camino “hegemónico” que soñaba el presidente Macri. Pero la relación entre ambos era cada vez más distante y, con el escudo protector de da el éxito, siguió esquivando los intentos de interferencia del dirigente.
El nuevo desafío era la Copa Libertadores 2001. Aníbal Matellán y Clemente Rodríguez eran las novedades en la defensa; Traverso ahora aparecía más por el medio. Arriba, estaba el Chelo Delgado, regresado de México. Oriente Petrolero, Cobreloa y Deportivo Cali quedaron a un lado en la fase inicial. Cuando Boca tomó envión dejó atrás a Junior de Barranquilla, aplastó al Vasco da Gama y en semifinales volvió a humillar a Palmeiras por penales, otra vez en Sao Paulo. En la final esperaba Cruz Azul, el único club azteca que llegó a esta instancia. Delgado marcó el único tanto en el Azteca y a la vuelta La Bombonera parecía reventar de público. Y acorde al estilo Boca, tuvo que sufrir: Palencia marcó el único gol de la noche porteña y de nuevo los penales le marcaron a Boca el camino a la gloria. El arquero Córdoba ya tenía su sitial en el cielo xeneize.
El título le dio una nueva chance japonesa, ante Bayern Munich, campeón europeo. Semanas antes de la cita, Bianchi se levantó de su silla durante una conferencia de prensa y dejó hablando solo al presidente Macri. Con ese desplante dijo todo: en diciembre diría adiós. La caída ante el equipo alemán fue el cierre de un ciclo.
Para 2002 llegó el uruguayo Oscar Tabárez, que había guiado a Boca a ganar el Apertura 92. Se fue Riquelme al Barcelona pero apareció Carlos Tevez. Pero se sintió la ausencia casi mística de Bianchi, ese misterio jamás develado que hacía que la suerte siempre se pusiese de su lado. Si hasta decía que en su agenda tenía el número del celular de Dios... y que de allá arriba le atendía.
Para 2003 la gente solamente pedía un nombre: Carlitos. No había lugar ni consenso para ningún otro entrenador. Y Macri, dejando de lado enfrentamientos personales, lo llamó. Bianchi aceptó y en el firmamento boquense aparecieron aún más estrellas. El objetivo del primer semestre era claro, reconquistar la Copa Libertadores, y así pasaron Colo Colo, Independiente de Medellín y Barcelona de Ecuador en la primera ronda. El in crescendo iba de la mano de la heroicidad, dando vuelta un resultado increíble ante el Paysandú, en Brasil, una tierra que jamás asustó a un equipo de Bianchi. Atrás Cobreloa en cuartos, atrás América de Cali en semis y atrás el legendario Santos en la final. Otra vez la vuelta olímpica en Brasil, el pentacampeonato en la Libertadores, la consagración total y absoluta del técnico más ganador de la historia de Boca Juniors. Y la justa mención a los nombres nuevos, como el arquero Roberto Abbondanzieri, los centrales Rolando Schiavi y Nicolás Burdisso, el combativo Sebastian Battaglia en el medio junto a Raúl Cascini... A lo Boca.
El 27 de noviembre de 2003 Boca venció a Arsenal y selló un nuevo título: el Apertura 2003. Estaban Matías Donnet, el colombiano Luis Perea y el brasileño Pedro Iarley, un ídolo fugaz de la casaca azul y oro. Se festejó mucho pero rápido, porque otra vez esperaba Japón. Ahora era Yokohama en vez de Tokio, pero la performance fue la misma: el super Milan de Shevchenko, Kaká, Seedorf, Maldini, Cafú, Pirlo, Gatusso y compañía era demasiado para la calidad xeneize, pero no para la mentalidad que les convencía Bianchi: 1-1, penales y la historia de siempre, Boca Juniors campeón otra
vez. Seis meses después Bianchi dirigía su último partido en el fútbol argentino. Había dejado atrás 9 títulos para Boca Juniors: cuatro torneos locales, tres Copas Libertadores y dos intercontinentales. Hubieran podido ser más de haberse realizado los choques por la Copa Interamericana, pero eso sería una anécdota.
En la memoria de La 12 quedará esa imagen de equipo compacto y arrollador, la
paternidad alevosa sobre River Plate, el archirrival de toda la vida. Pese a sus diferencias, Bianchi hizo lo que había prometido el presidente Macri: la hegemonía de Boca fue total. La “Era Bianchi” ya tiene sus páginas en la historia del fútbol. 











La 12 actualmente

Luego de que Rafael Di Zeo fuera condenado a prisión, Mauro Martín se convirtió en el líder de La 12, y permanece hasta la actualidad. Desde que recuperó la libertad, Di Zeo anunció públicamente que su idea era volver a La Bombonera para retomar el liderazgo de la hinchada de Boca. El día 30 de octubre de 2011, en el Torneo Apertura de ese año, Boca Juniors jugó un muy buen partido contra Atlético de Rafaela, en el cual ganó por 3 a 1, pero se vivió una situación atípica: Di Zeo y Martín protagonizaron un duelo aparte en las tribunas. El actual líder de la barra brava se ubicó en la histórica popular local y el viejo líder lo enfrentó desde la bandeja que da espaldas al Riachuelo. En la salida de Boca al campo de juego, ambos grupos compitieron a la hora de dar aliento y se diferenciaron entonando canciones diferentes. Además se mostraron con banderas azules y amarillas que tenían leyendas distintas: en la más visible que sostuvo la gente de Mauro Martín se leyó “Nunca hicimos amistades”; en tanto, la barra paralela exhibió una que llevaba el número "12" en el centro. El partido finalizó sin choques graves entre las dos barras.


















fuente: http://es.wikipedia.org / www.youtube.com

La 12 del abuelo


Durante sus primeros años al mando de La 12 tuvo violentos enfrentamientos con barras de otros clubes dejando como saldo 5 muertos y un centenar de heridos. Con su nombre grabado a sangre en el inconsciente del mundo futbolístico, El Abuelo escuchó los consejos de sus “lugartenientes”, los hermanos Rafael y Fernando Di Zeo, y se decidió por un manejo más “empresarial” de la Barra y creó la Fundación Jugador Número Doce que, con la excusa de realizar obras benéficas, se ocupa de recaudar fondos para solventar los viajes, las entradas y hasta los gastos diarios de sus fundadores.
En 1994, en una emboscada a unos hinchas de River, que resultó en la muerte de dos de ellos, varios barras de Boca fueron condenados a prisión. A este le sucedieron los hermanos Rafael "El Rafa" Di Zeo y su hermano Fernando, quienes se encargaron de acusar a Barrita de haber entregado a la policía a los otros barras, por lo que fue tratado de traidor, inclusive aparecieron banderas de ello, otorgándole así el liderazgo absoluto a los Di Zeo. El "Abuelo" fallece, aparentemente por una neumonía, aunque su muerte nunca fue esclarecida.

La afición, la 12


La 12 , o Jugador Número 12 es el nombre por el que se conoce a la barra brava del club argentino Boca Juniors, conocida por ser la más grande y peligrosa de Argentina.
La calificación de la 12 ("El jugador número doce") que se ganó la parcialidad de Boca Juniors data del año 1925, con motivo de la gira europea que realizó ese año. En esa oportunidad, el equipo fue acompañado por un fanático boquense, Victoriano Caffarena, perteneciente a una familia adinerada, que financió parte de la gira. Durante la misma Caffarena ayudó al equipo en todo: hizo de técnico, de delegado y de masajista, estableciendo tal grado de relación con los jugadores, que éstos los nombraron "Jugador Número 12". Al volver a la Argentina, Caffarena era tan conocido como los mismos jugadores. Desde entonces, y ya recibido de notario, Caffarena dedicó el resto de su vida a apoyar a Boca, creando la agrupación barrial Amigos de la República de La Boca.
Pero realmente, se utilizó la terminología de "Jugador N° 12" hacia la hinchada de Boca, cuando el periodista del diario Crítica, Pablo Rojas Paz, más conocido como "El negro de la tribuna" en una de sus habituales crónicas de la década del 30 dijo que "la hinchada es el jugador n° 12 de Boca". Ya en la década del 60, el club, bajo la presidencia de Alberto J. Armando, lo designó oficialmente como "Jugador Número 12".



































Segundo bicampeonato


Boca obtuvo su segundo bicampeonato ganando los torneos de 1943 y 1944. En 1943 Boca había contratado al uruguayo Severino Varela y designado director técnico del equipo a Alfredo Garasini, jugador histórico del club desde la época del amateurismo. En la primera rueda había perdido tres partidos contra San Lorenzo (2-5), River Plate (1-3) y Huracán (1-3), quedando a seis puntos de la punta. Esa sería sin embargo su última derrota, y en la segunda vuelta obtuvo dos victorias clave, contra San Lorenzo (6-4) y River (2-1), esta última con un famoso gol de "palomita" de Severino Varela, que le permitieron alcanzar la primera posición. Boca llegó al último partido, contra Ferro de visitante, con un punto de diferencia sobre River. Faltando 15 minutos empataba cero a cero, mientras River ganaba el suyo, alcanzando la punta y llevando el torneo a un partido de desempate. Pero dos goles de Sarlanga a los 79' y 85', le dieron el triunfo y el campeonato a Boca. Durante muchos años, los boquenses recordaron de memoria la formación de ese equipo: Vacca, Varante, Malussi, Sosa, Lazzatti, Pescia, Boyé, Corcuera, Sarlanga, Varela y Sánchez.

En 1944 Boca continuó su racha ganadora, llegando a permanecer 26 encuentros invicto, lo que constituyó record en el profesionalismo argentino, hasta que Racing alcanzó 39 en 1966. Faltando jugar tres partidos, Boca llevaba cuatro puntos de ventaja. Pero empató contra Platense (2-2) con un escándalo que llevó a la clausura de la Bombonera, y Rosario Central (2-2), llegando al último partido con un solo punto de diferencia sobre River. El último encuentro se disputó contra Racing, en el campo de River, debido a la suspensión del suyo; Boca triunfó por un contundente 3-0 (dos de Corcuera y Marante), y dio la vuelta olímpica en cancha de su clásico rival.

 Famoso gol "de boina" en palomita deluruguayo Severino Varela a River, el 26 de septiembre de 1943, uno de los más recordados de la historia de Boca. El uruguayo acostumbraba jugar con una boina blanca y resultó un jugador clave para obtener el bicampeonato de 1943-1944.












Inauguración de la Bombonera


Boca volvió a ser campeón en el torneo de 1940, año en el que se inaugura La Bombonera. Dos años antes había contratado a su primer director técnico, Carlos Sobral, una función a la que en ese entonces, no se le atribuía la importancia que tendría en el futuro. El equipo se mantuvo expectante y cerca del puntero durante gran parte del campeonato. En la sexta fecha venció a Racing 4-1, y en la novena inauguró su nuevo estadio ante Newell's Old Boys derrotándolo por 2 a 0 con goles de Ricardo Alarcón y Gandulla. En el superclásico, Boca venció a River por 3 a 1 y alcanzó el primer puesto. Luego venció de visitante a su escolta, Independiente, con una goleada de 7-1, para finalizar la primera ronda en el primer puesto. En la segunda fase Boca se mantuvo siempre en primer lugar y terminó obteniendo el campeonato.

En el campeonato de 1941 Boca salió cuarto y sufrió la peor derrota de su historia (1-5) con River, que había conformado por entonces un notable equipo conocido como "la Máquina". River hizo doblete volviendo a ganar el torneo de 1942, en el que Boca goleó 11-1 a Tigre -la mayor goleada de su historia y record argentino hasta 1967- y terminó quinto.